viernes, 20 de mayo de 2011
smell of memories
muerde la manzana, me regala el veneno
Era el chico que andaba a mi lado, el de las bolsas de El Corte Inglés y Massimo Dutti, estaba segura. Cerré los ojos y aspiré profundamente su perfume. Me invadió ese olor mareante, ese olor a tí. Tu olor.
Me concentré en él, tratando de distinguir sus componentes, mientras la calle a mi alrededor perdía nitidez. Me embriagué de ese aroma que me llevaba atrás en el tiempo, a las miradas cómplices, las sonrisas compartidas, los juegos de dos. Me dejé llevar por él: volví a sentir esas ganas de saltar, de reír sin motivo alguno, de gritar, de enamorarme, de sentirte. Disfruté del detalle a madera tropical, fresco como tú, del toque de manzana parecido a tu humor ácido y de esa ligera brisa a rosas silvestres tan dulce como tu sonrisa en sus mejores tiempos. ¡Qué olor! ¡Qué recuerdos! ¡Qué...¿humo?!
Humo. Me había invadido, y me quemaba la nariz. Sentí esa particular angustia. Promesas rotas, libertad quebrada, confianza rota, lágrimas derramadas. Y humo por todas partes. El fondo de humo de tu perfume. El fondo de humo de nuestra relación.
Abrí los ojos, volviendo poco a poco a la realidad. El chico de las bolsas, a mi lado, me sonrió. Giré la cara. Nunca más.
[Las personas son como los olores. Tienen un fondo y una apariencia. La apariencia es lo que percibimos primero, pero el fondo existe, y es lo real. No te dejes encandilar]
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